El ejercicio del liderazgo como responsabilidad compartida, la escucha activa necesaria y la dirección orquestal.

“El arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta.”
Herbert Von Karajan
Director de orquesta austríaco.


El mundo de la dirección orquestal es de los menos comprendidos. El desconocimiento de lo que hace y deja de hacer un director de orquesta es compartido por la mayoría. Obviamente se podría decir lo mismo de un cirujano especialista en trasplantes de corazón. Pero la música es algo que todo el mundo, independientemente de sus gustos, clásico o no, tiene como importante en su vida diaria. Y eso es lo que hace que algo compartido y que necesariamente se ha convertido en un lugar común para todos, como la música, deba ser entendible y cercana en cualquiera de sus manifestaciones. Sin embargo, hay algo que rompe los esquemas de dicha afirmación; ¿Qué demonios hace un director de orquesta?

Para entender mejor lo que hace, vamos a retroceder en el tiempo, sin hacer excesivo énfasis en cada época histórica y comprender como nació y evolucionó la figura del director de orquesta y su inseparable batuta. El bastón de poder.

Lo que voy a contar es algo que pasó, ha pasado, pasa y seguirá pasando porque irremediablemente está ligado al desarrollo intelectual, tecnológico, cultural y empresarial de las sociedades occidentales. La dificultad es algo que es consustancial al crecimiento conceptual y a la acumulación de necesarias innovaciones a lo largo de la historia. Cualquier disciplina científica, artística, social, sanitaria… evoluciona y en cada paso evolutivo acorde a las innovaciones que se producen, nacen nuevas maneras, discursos y por supuesto, herramientas y tecnologías que sustentan el nuevo paradigma que se abre camino.


Ese mismo proceso llevó a los músicos a que empezaran a utilizar la figura de alguien que ayudara a ordenar la ejecución musical de varios músicos a la vez. Al principio en la ejecución vocal, allá por la edad media, después con la introducción de instrumentos acompañando o doblando a las propias voces. Ni siquiera el nombre de director de orquesta se consolidó de manera tan rápida. Tuvo varios nombres anteriormente, el más significativo, maestro de capilla. Con el tiempo fue cogiendo fuerza y prestigio, entendiéndose como el “gestor” del grupo de músicos que conformaban la “orquesta” del rey y su corte.

En ese proceso de innovación constante, las composiciones musicales se hicieron cada vez más difíciles. La dificultad nace porque los músicos empiezan a complicar el ritmo, ya no eran ritmos sencillos y relativamente fáciles de leer. Eran ritmos diferentes en cada voz y voces que ya no cantaban lo mismo. La polirritmia y la polifonía fueron las que empujaron el sentido evolutivo de la ejecución musical y su complejidad. La polirritmia, es decir, sobre un mismo sistema de medida y un esquema de compases permanente, se utilizan acentuaciones rítmicas diferentes, combinadas y/o superpuestas para las distintas voces y la polifonía, es decir, simultáneamente múltiples voces melódicas que son en gran medida independientes o imitativas entre sí y de importancia similar. Después de este empuje innovador, ya no era tan fácil tocar y cantar a la vez.

En cada ciclo de innovación se consolidan nuevos paradigmas sociales, la edad media pasa, el renacimiento se abre paso. Cada proceso histórico tiene sus tecnologías, sus herramientas y sus nuevos profesionales. La figura de alguien que ordenara y ayudara a tocar a varios músicos al mismo tiempo, debido a esa complejidad polirritmica y polifónica se consolida. Y de esa necesidad nace su herramienta. Todavía no se llama batuta y por supuesto ni siquiera tiene la forma que actualmente tiene. Nace de lo más simple, algo que pudiera ayudar al director de orquesta a que todos los músicos pudieran ver y seguir de manera atenta y sencilla. ¡Un bastón!

Como anécdota, el compositor de la corte de Francia Jean-Baptiste Lully se aplastó su pie con el bastón de director mientras dirigía un Tedéum, canto de la liturgia católica para alabar y dar gracias a Dios, en honor al rey por su recuperación de una enfermedad. La herida devino en gangrena y como resultado, la muerte del compositor y director al cabo de varios meses. Claro, es que era un señor bastón, no era un bastón para andar. Era un bastón para mandar, grande y representante del poder real.

Al principio el bastón era percutido contra el suelo, de esta manera los músicos oían de manera más que evidente el pulso del tempo musical, ordenando el ritmo y la acción del tocar y hacer música al mismo tiempo. Con el tiempo el marcar el tempo se hace secundario, no digo con ello que no fuera importante, pero los directores de orquesta empiezan a darse cuenta de las capacidades que adquirían cuando además del ritmo podían expresar las sutilezas expresivas inherentes a cualquier composición musical; la articulación, la dinámica, el color del sonido, las variaciones del tempo… Ese bastón se hace cada vez más pequeño y menos pesado. Además, a veces era el primer violín de la orquesta, el concertino, quién asumía la facultad del director de orquesta, utilizando el arco de su violín como bastón de mando.

Llegó un momento en el que ya no se podía dirigir con un bastón ni grande ni pequeño, la dificultad compositiva era cada vez mayor y eso suponía mayor esfuerzo intelectual. A menudo son los propios compositores los que dirigen sus composiciones. Y nace la batuta como herramienta consolidada. Ligera, larga, sencilla y que a modo de lápiz dibuja líneas en el aire, con ella se abren mayores capacidades de expresión y complejidad en la dirección orquestal. Luego hablaré de la importancia del dibujo en el aire hecho por la batuta, como auténtico modelo de expresión artístico musical en la dirección orquestal. Otra vez, el dibujo como acción del pensamiento, en la ingeniería, en los procesos matemáticos, en el desarrollo de software, en el diseño de la experiencia de Cliente de una compañía… el dibujo, siempre está cuando se trata de pensar.

Ni que decir que parejo a esto que he descrito nacen composiciones que siguen evolucionando el lenguaje musical, nace la armonía, las formas musicales se complican, las orquestas se hacen cada vez más grandes y para rematar nacen nuevos instrumentos musicales, unos por desarrollo de anteriores y otros totalmente nuevos como el pianoforte, predecesor del piano actual. Es necesario ya ordenar a la orquesta por familias de instrumentos, de cuerda, de viento metal, de viento madera, de percusión… y de izquierda a derecha según su tesitura, es decir, simplificando, según sean más agudos izqda a más graves drcha.   Siendo la izqda. la mano izqda. del director de orquesta. Todo se convierte en un único instrumento conformado por diferentes personas, pensamientos, habilidades, caracteres… pero tocan al mismo tiempo, con una intención artística y expresiva coherente y consistente.

Escuche esta pequeña pieza audiovisual, le ayudará a entender que hace un director de orquesta, https://youtu.be/xcR1-WhjZys

La dirección orquestal ha ido cambiando, evolucionando, de ser figuras épicas, dotadas de un mando divino, superior y unidireccional, se han convertido en escuchantes activos del otro. La decisión última está en sus manos pero el proceso creativo es el resultado del trabajo en escucha con todos los componentes de la orquesta. Hay algo que subyace en cualquier interpretación musical y es el grado de sutileza con el que se hacen las cosas. Y ser sutil empieza por uno mismo, la gestión de lo sutil, es diferente en Karajan, Bernstein o Baremboim. Por citar sólo algunos de los grandes directores de entre siglos. Representantes a su vez, del viejo y el nuevo paradigma cultural y social, el final del siglo XX y el comienzo del siglo XXI.

Habrá oído hablar de Toscanini, representante de una manera de dirección orquestal de otro tiempo. Un breve apunte para aquellos que no les suene. Toscanini inició su formación musical en Parma, Italia, al ganar una beca para el conservatorio local, en el que estudió cello. Tras sus estudios, fue admitido en la orquesta de una compañía de ópera con la que realizó una gira por Sudamérica. Mientras representaban Aida en Río de Janeiro en 1886, el director de la orquesta fue abucheado por el público y obligado a abandonar el escenario. Toscanini, afortunadamente, cogió la batuta animado por el resto de músicos, comenzando así, con 19 años, su carrera como director.

En 1898, fue nombrado director residente de La Scala de Milán, donde permaneció hasta 1908. Durante esa época estrenó obras de autores contemporáneos, entre otras, el oratorio Mosè de Lorenzo Perosi, cuya primera interpretación tuvo lugar en mayo de 1901 en el Salone Perosi de Milán. Tras este primer periodo en La Scala se fue a Estados Unidos para dirigir en el Metropolitan Opera de Nueva York (1908-15). Posteriormente, regresaría a La Scala en los años 1920. Tocó en el Festival de Bayreuth (1930-31) y en el Festival de Salzburgo (1934-37). Entre 1926 y 1936 dirigió la Orquesta Filarmónica de Nueva York.

Radicalmente opuesto a los regímenes fascistas de Alemania e Italia, abandonó Europa para dirigirse a los Estados Unidos. Allí se fundó en 1937 la Orquesta Sinfónica de la NBC para él, y con ella actuó con regularidad hasta 1954 en la Radio Nacional. Sus actuaciones lo convirtieron en el primer director de orquesta estrella de los modernos medios de comunicación masivos. Su actividad como director de actuaciones en directo para la radio continuó hasta su retiro.

Toscanini era famoso por sus interpretaciones de Beethoven y Verdi. Realizó numerosas grabaciones, especialmente hacia el final de su carrera, la mayoría de ellas publicadas, amén de las numerosas grabaciones disponibles de sus interpretaciones para la radio.

Pero ¿Cómo dirigía? Dirigía como un buen representante de la sociedad y del paradigma productivo de su época. ¿Talento? Si, ¿Capacidad? Si, ¿Formación? Si, ¿Mando? Mucho ¿Cocreación u omnipresencia? Lo segundo ¿Escucha activa? Tendente a cero.

Vea esta pequeña pieza audiovisual, Toscanini dirigiendo. Fíjese en sus brazos, rostro, pose… en la severidad del personaje. Y su dicho “en la sociedad, democracia, en la música, aristocracia”. Cuando vea el siguiente video lo entenderá enseguida.


Quizás en este punto convenga explicar qué se entiende por escucha activa. Sencillo, la escucha activa consiste en una forma de comunicación que demuestra al hablante que el oyente le ha entendido. Se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo.

Digamos que Toscanini, al que nadie niega su talento, tenía cierta frase que podría resumirle, “esto es así porque yo lo digo y punto”.  Si tuviéramos que escoger un verbo para definir su manera de dirigir, el que más se acerca es “imponer”. Los mass media necesitaban héroes de masas, lideres cubiertos de gloria, emperadores y hacedores de seguidores. Época en donde el héroe era entendido de manera más escasa y menos frívola que en la actualidad.

El aplanamiento actual de las cadenas de valor de cualquier negocio o incluso la manera en como nuestra sociedad construye a sus héroes hace que ese tipo de mito no tenga recorrido hoy en día. Actualmente un chaval de 20 años con pocos recursos y utilizando youtube puede tener más allá de 20 millones de seguidores. Supongo habrán oído hablar de algunos “youtubers”, elrubiusOMG, vegetta777, wismichu, thewillyrex… ¿Su talento?... dialogo constante con sus seguidores, interpretación rápida de las tendencias que observa al escuchar y estar presente de manera masiva, ágil y continua. Haciéndose intérprete de su generación, el altavoz de sus fans. No impone, escucha, dialoga, traduce, comunica y convence.

My model for business is The Beatles. They were four guys who kept each other’s kind of negative tendencies in check. They balanced each other and the total was greater than the sum of the parts. That’s how I see business: great things in business are never done by one person, they’re done by a team of people.”
Steve Jobs
Cofundador APPLE.


No voy a extenderme y poner demasiados ejemplos de grandes directores de orquesta, tan sólo, para facilitar la tarea de comprender lo que quiero decir, voy a utilizar a los grandes directores mediáticos. El ya mencionado A. Toscanini, H.V. Karajan, L. Bernstein y D. Baremboim, que supongo y espero conozcan.

Si Toscanini fue un representante del mando no compartido y ejercido a la manera jerárquica de principios del siglo XX. Karajan fue representante de algo parecido, estamos en la segunda mitad del siglo XX. La televisión y las grandes multinacionales del disco vieron en este director, un ideal, mejor no podía ser. Un personaje carismático, con fuerte fotogenia, manejando el repertorio según los intereses comerciales… fue un acusado detractor del impulso a las nuevas formas compositivas. Su búsqueda, a veces, se centraba más en el siguiente disco de platino, que en la perfecta interpretación de las grandes obras orquestales. Sin embargo, su técnica era prodigiosa. Para explicarlo, voy a volver al dibujo trenzado en el aire por la batuta cuando un director de orquesta la mueve. ¿Lo recuerdan? Karajan era perfecto, ni un centímetro de más ni un milímetro de menos.

Aquí abro un pequeño paréntesis, voy a dar unas pequeñas anotaciones sobre el dibujo imaginario que se produce por la batuta y cómo este es utilizado por los directores de orquesta. El gesto, el movimiento corporal expresa, realmente las capacidades de un director de orquesta están relacionadas con las posibilidades de expresión y de hacerse entender por el resto de profesores de la orquesta. Si lo pensamos bien, no son muchas pero parecen infinitas, el gesto realizado con las manos y la batuta, el movimiento del cuerpo, el habla, la mirada, la expresividad del rostro (aquí déjenme profundizar cuando hable de Leonard Bernstein). En el caso de karajan, digamos que la expresión del rostro no la utilizaba como parte esencial de su comunicación con la orquesta a la hora de dirigir. Cada “dibujo” expresa una intención musical, ya sea de expresión, de tempo, de dinámica, de color sonoro… dicha intención debe ser entendida por los demás componentes de la orquesta de manera inmediata. Los movimientos del cuerpo se deben contemplar de la misma manera, en este caso, cada director tiene sus propias cualidades, la fuerza de la costumbre y el trabajo más o menos continuado en el tiempo con el mismo director, facilita el esfuerzo de entender lo que quiere decir. Pero, sí es cierto que existe una batería de movimientos que se pueden decodificar de la misma manera, independientemente de quien sea el director de orquesta.  La señalización directa con la mano hacia alguien de la orquesta o una mirada directa se traduce por dar la entrada o por cuidado o por recuerda lo que hablamos o por…   en todo caso es un proceso comunicacional normalizado, con claves y normas que son descifrados por los músicos. Es decir, todos los músicos tienen que tocar su parte, pero con semejantes criterios de velocidad, ritmo, volumen sonoro, carácter... El director es quien se encarga de trasladar esos criterios a todos los demás, que tienen que seguirle fielmente si se quiere que se responda como un solo instrumento. En su mano derecha suele llevar la batuta con la que marca el 'tempo', el pulso del compás, y su velocidad. La mano izquierda es la encargada de señalar las entradas de cada grupo de instrumentos o de solistas. Podrá empezar a vislumbrar la complejidad de la tarea y la especialización de cada parte del cuerpo para con un cometido expresivo musical. Sigamos, con todo el cuerpo y principalmente con ambas manos indica la intensidad y el carácter de la obra. Si abre mucho los brazos quiere decir que les está pidiendo a los intérpretes que toquen más 'forte', esta abertura de sus brazos, combinada con cierta expresión de manos puede significar todo lo contrario, hará también miles de gesticulaciones que serán importantes para la interpretación en conjunto de todos los integrantes de la orquesta como un único instrumento. Cuanto más profunda sea esa comprensión, ese conocimiento, esa identificación de las partes como un todo más fácil le será al director hacer que el grupo humano que conforma la orquesta sea seducido.


Ahí reside la complejidad de como accionar los mecanismos relacionales y de liderazgo. Se trata nada más y nada menos que de seducir a un grupo considerable de personas y de profesionales. El verbo “seducir” requiere de unos esfuerzos relacionales y de escucha activa considerables. Es un verbo que ha ido apareciendo poco a poco desde las últimas décadas del siglo anterior en los ámbitos de la gestión empresarial, acompañando a otros dos verbos que ya estaban y que llevaban dominando el escenario empresarial anterior, imponer y persuadir.  Estos dos últimos verbos que “sirvieron” en el siglo pasado, en este momento han dejado de facilitar el cometido para el que nacieron;  la mejora de la producción en todas sus vertientes y  la maximización de los beneficios.  Y como colofón a este entramado de verbos, no olvidemos que las palabras no son inocentes, se ha ido añadiendo otro que viene a reforzar una mirada del empoderamiento del conocimiento y no tanto de la jerarquía, del trabajo colaborativo, cocreado, ligero, ágil, dinámico y global, el verbo sugerir. Así que ya tenemos una secuencia temporal de verbos utilizados y que esconden una forma de mirar el mundo y dirigir una orquesta, un grupo humano o de  gestionar una empresa y son, como ya hemos visto, imponer, persuadir, seducir y sugerir.

Como he dicho, eso que sirvió, los verbos imponer y persuadir, ya no sirven o sirven cada vez menos para el trabajo en equipo y en harmonía productiva. La evolución de la dirección orquestal ha sido paralela, desde los verbos imponer y persuadir hacia los verbos seducir y sugerir. Un camino considerable, porque de lo que estamos hablando es de un cambio de paradigma, en todos los sentidos, pero especialmente en las maneras de dirigir una orquesta, mejor dicho dirigir y gestionar un grupo humano cuya expresión máxima y el valor que debe aportar es su talento, individual y como equipo. Para  obviamente hacerse “competitivo”. Y eso está estrechamente vinculado a las formas y maneras de una gestión holística, global, de las personas que conforman el grupo humano que tiene por cometido el trabajo compartido.

Estos dos binomios encontrados (imponer-persuadir) versus (seducir-sugerir), esconden muchísimo más de lo que aparentemente expresan, como ejemplo (lo trataré en los capítulos posteriores de este mismo libro) no es casualidad que ante el nuevo paradigma creado con el segundo binomio, hayan florecido las analítica de Clientes, el universo del Big Data, o tratamiento masivo de datos, la publicidad relevante o dirigida, la personalización como propuesta de valor preferente en muchos modelos de negocio, etc. ¿A alguien se le ocurre sugerir algo a otr@ sin conocerle?, el verbo sugerir para que sea accionado debe de apalancarse en la observación, el conocimiento compartido, en la confianza mutua y en cierta intimidad tácita.

Pero volvamos a Karajan, en este caso, su persuasión era infinita, más allá de su expresión en la dirección orquestal. Era un auténtico actor, con la aparición del video y la televisión la fuerza del director de orquesta cobra un papel diferente. Es el icono que representa al grupo humano que interpreta y hace música. Sus gestos, sean o no productivos musicalmente son inexorablemente interpretados por todos aquellos que vean la pieza audiovisual. Como director de orquesta sumó a sus gestos muchos otros que de nada servían para la función que se supone realizaba; la dirección orquestal.  Gestos inertes musicalmente pero tremendamente efectivos ante las cámaras de televisión o ante el público que acudía a sus conciertos en directo. Supo adaptarse muy bien a su tiempo. Tiempos de rockstar y de atribución de cualidades que incidían en su personaje publicitario. La industria del disco lo necesitaba y él necesitaba perpetuarse en la cima de los más grandes. Su liderazgo era de absoluto mando, no existía empoderamiento de nadie, el producto final era él mismo. Su gestualidad, si la comparan con Toscanini, les parecerán cercanas. Karajan era hierático, exacto, matemático, como la de un general prusiano. Dos formas de ordenar, cercanas en el tiempo que respondían a un mismo paradigma. Limpio, energético, rápido…. Muy sumergido en la exageración y el paroxismo del siglo XX y técnicamente prodigioso.

Si cruzamos el atlántico y nos trasladamos a Estados Unidos, bien entrada la segunda mitad del siglo pasado, nos encontramos con Leonard Bernstein… gran director de orquesta y otro gran personaje. En este caso, más abierto que los dos grandes mitos anteriores. Ejercía el mando, obviamente, pero desde algo más parecido a una mezcla entre la persuasión y la seducción. Podríamos pensar que es el siguiente paso evolutivo en la dirección orquestal. Aquel que empieza a entrever el poder de la seducción como herramienta relacional en todos los aspectos relacionados con las formas y maneras de dirigir.

Hagamos un pequeño inciso y volvamos al ámbito empresarial e identifiquemos los estilos de dirección, sacados de la “norma” hasta ahora más aceptada, luego veremos que faltan algunos, probablemente los más apropiados a nuestros días.

Estilo Autocrático:
El jefe impone las normas y sus criterios, sin consultar con sus subordinados. Es el jefe quien diseña, planifica y asigna el trabajo. El grado de autoridad es muy elevado.

Estilo Paternalista:
Establece una actitud protectora con los subordinados, interesándose por sus problemas. No obstante, es el jefe el que toma las decisiones y ejerce la máxima autoridad.

Estilo Laissez faire:
El jefe no interviene en las decisiones, no motiva, no da instrucciones de trabajo, deja libertad de actuación a los empleados, los cuales realizan libremente su trabajo, tomando sus propias decisiones.

Estilo Democrático:
El directivo mantiene un equilibrio entre autoridad (dando orientaciones y marcando pautas) y la libertad de los empleados, que participan en la toma de decisiones.

Estilo Burocrático:
La organización establece una estructura jerárquica, con normas, pautas de actuación rígidas, de manera que todo se debe desarrollar conforme a las mismas.

Estilo Institucional:
El directivo se adapta a la situación de trabajo. Es un buen comunicador, tolerante, con confianza en sus colaboradores que procura fomentar la participación y sabe recompensar el trabajo realizado.

De todos los estilos anteriormente descritos, tanto Toscanini como Karajan ejercieron el primero, autocrático, evidentemente. O quizás en palabras de Toscanini “aristocrático”. Si bien Toscanini desde el verbo “imponer”, es decir, la acción que intenta obligar a alguien a hacer algo, por la fuerza del mando. Y Karajan sumando al verbo imponer el de persuadir, es decir, la capacidad o habilidad que alguien dispone para cambiar la actitud o comportamiento de una persona o grupo de personas hacia una idea, objeto o persona a través del uso de palabras, sentimientos o razonamientos. En ambos casos, con la utilización simbólica del engrandecimiento de su persona y el mito creado por los medios de comunicación y la industria discográfica de su personaje.

¿Y si nos fijamos en los grandes iconos de la gerencia empresarial? como por ejemplo…

Jack Welch, el legendario CEO que convirtió General Electric en una de las compañías más grandes de todo el mundo. Su excelente labor como líder le permitió obtener el reconocimiento de Ejecutivo del siglo XX.

Steve Jobs, un empresario que se inmortalizó por su capacidad para innovar. Desarrollos tecnológicos en la industria de la música, del entretenimiento y de la computación fueron producto de las ideas de este hombre que se dio el lujo de cambiar el mundo en 5 ocasiones.

Bill Gates, fundador de Microsoft y uno de los hombres de negocio más ricos e importantes del siglo XX. Actualmente se encuentra retirado, pero sus ideas continúan siendo la base de la empresa de software más importante de la historia.

Jeff Bezos, fundador y director ejecutivo de Amazon. Fue uno de los pioneros en el comercio electrónico y su plataforma se convirtió en un referente para la industria.
Y otros como, Yun Jong-Yong, la persona que logró rescatar a Samsung de una de sus etapas críticas. John Chambers (Cisco) Margaret Whitman (presidente de Ebay) Peter Löscher (Siemens) Howard Schultz (Starbucks) Hugh Grant (Director ejecutivo de Monsanto)…

Los anteriormente mencionados, son algunos ejemplos, podríamos observar que el estilo de gerencia ejercido por ellos, ha sido una mezcla de todos los estilos posibles, con algún estilo más predominante que otro. ¿Adivina cuál ha sido el estilo principal en cada uno de los personajes anteriores?...

Sigamos con nuestro querido Leonard Bernstein, Leny para los amigos,  su impulso fue bastante regenerador, desde una amplitud de miras considerable, era compositor, pianista, West Side Story es una de sus principales creaciones.  Los “conciertos para jóvenes” le abrieron y le dotaron de una capacidad enorme para ser lo más seductor posible. La labor formativa que realizó fue amplia y larga en el tiempo, y su ejercicio como compositor, le llevó a la comprensión de la estética contemporánea.  

Sensible a los temas sociales, no es casualidad que fuera el elegido para dirigir el concierto de celebración de la caída del muro de Berlín, con la novena sinfonía de L.V. Beethoven.




El verbo seducir está excesivamente ligado al entorno de la “conquista” amorosa, evidentemente nuestra  mirada hacia el tema que nos compete en este libro no es desde esa perspectiva. Si nos vamos a una definición en la que todos podamos estar de acuerdo,  como por ejemplo, provocar la atracción de forma consciente, podemos entrever una herramienta relacional de enorme potencia. Esta capacidad de seducción para que pueda ser accionada necesita de un conjunto de habilidades que van más allá de la posibilidad de accionar otros verbos como imponer y persuadir. Desde estos últimos hablamos de habilidades que devienen del poder, la jerarquía y la insistencia, muy alejadas de aquellas que inciden en la seducción o habilidades tales como;

La introversión, seguro le parecerá extraño pero esta habilidad es necesaria, la ventaja de la introversión que sugiere construir sin idealizar excesivamente el trabajo en grupo. Porque hay actividades que requieren concentración y no cooperación, es algo absolutamente necesario para poder posteriormente cooperar con los demás de manera consciente y libre. Plenamente preparado para la escucha activa desde el propio conocimiento y el talento reflexivo,  empoderado desde uno mismo.

La comunicación verbal, huyendo de los grandes pecados capitales de la comunicación entre personas, cotilleo, juicio, negación, excusa, queja, exageración y dogmatismo. Hablar para que la gente nos quiera escuchar, para crear conexiones profundas y de mayor valor, mediante la honestidad, la autenticidad, la integridad y el amor. Siendo la voz una de las herramientas desde las que nos dotamos para poder comunicarnos.

La resolución de conflictos, o el cómo dirimir nuestras diferencias dada la debilidad al conflicto del ser humano. Pensando en un camino, el del No hacia el Sí. La utilidad de ver los conflictos desde múltiples perspectivas para separar, confrontar y repensar nuestro criterio. El pensar con calma siendo el objetivo final el de encontrar soluciones, probablemente creativas, sin la necesidad de llegar al 100% a todas las partes implicadas. Buscando siempre otras opiniones, y entendiendo la perspectiva de los demás.

El lenguaje corporal, la creencia más común de la comunicación no verbal es que sirve para enviar mensajes a los demás de forma subliminal, algo que nos permite atraer, caer mejor, o incluso rechazar a alguien sin mediar palabra. Sin embargo muchos desconocen que nuestro lenguaje corporal también nos envía mensajes a nosotros mismos: el cuerpo y la mente están unidos por una vía de doble sentido. Cuando se está alegre el cerebro envía una señal a los músculos para que adopten una postura más erguida y abierta, y al revés. El lenguaje corporal moldea nuestra identidad mediante las “poses de poder”, posturas capaces de mejorar el estado de ánimo. Nuestra propia personalidad y autoestima están influenciadas por nuestra postura corporal.

Vencer los miedos sociales, o la necesidad de aceptar nuestros miedos y debilidades para poder relacionarnos sin temor, tanto con nuestro entorno como con nosotros mismos. Nos preocupa lo que los demás piensan de nosotros, pero lo importante es la intensidad de ese miedo. La vulnerabilidad es el núcleo de nuestros miedos y penas, pero también el origen de la alegría, la creatividad y el amor. No podemos decidir anular nuestros miedos, tristezas o remordimientos, pero existen estrategias de regulación emocional, para aceptar nuestras vulnerabilidades y vivir de forma plena, practicando la gratitud en los momentos más duros, y pensando, que siendo como somos ya estamos completos.

La empatía, que no es sentir lástima ni tristeza por los demás, es la capacidad de ver con claridad la naturaleza del sufrimiento propio y ajeno. La neurociencia nos ha permitido comprenderla mejor, con conclusiones tan sorprendentes como que la capacidad de empatía fortalece nuestro propio sistema inmune. El ejercicio de la empatía requiere de una manifestación de honestidad con uno mismo, la  de estar presente, consciente y atento al otrx.

La escucha activa, en la era de la información nos pasamos el 60% del tiempo escuchando a los demás, pero tan sólo recordamos el 25% de lo que hemos oído. Además, ese 25% lo dedicamos a oír, no a escuchar. La escucha activa, exige el estar plenamente presente. Lo que es bastante difícil, escuchar, en un mundo exterior que no deja de hacer ruido y en un mundo interior muchas veces insensible al momento y al ahora.

La asertividad y aceptación del conflicto, o la importancia de tomar la iniciativa para oponerse asertivamente a las ideas con las que no estamos de acuerdo. Bajo el impulso de buscar activamente nuestras diferencias con los demás como motor de crecimiento personal. Eso implica resistir el impulso biológico que nos lleva a preferir personas similares a nosotros y atrevernos a buscar gente con otras perspectivas.

Y finalmente, la habilidad máxima, la alquimia de la seducción o saber mezclar varias cosas, en su justa medida y con su peso exacto, teniendo como ingredientes, la inteligencia, el deseo, la confianza, el lenguaje, la incitación, el despertar y la resiliencia.

No sé si se habrá fijado, querido lector, pero todas las habilidades anteriores son básicas para la dirección orquestal. Con un añadido de mayor complejidad y es que, desde la perspectiva de la dirección orquestal, el lenguaje verbal, y el lenguaje no verbal y corporal son todos ellos, herramientas de trabajo. Acuérdese, un gesto expresa una orden al resto de profesores de la orquesta, una respiración, una sonrisa, un movimiento de mano, un suspiro… todo tiene un significado en la interpretación musical si el gesto es genuino, honesto y auténtico, es decir, si realmente ha sido pensado por y para la dirección e interpretación musical.

Obviamente, en la dirección orquestal se producen todos los contextos y problemáticas que se han descrito, existe el conflicto, la expresión verbal y no verbal,  la escucha, el miedo… todo se produce a la vez o secuencialmente, y además producido dentro de un ámbito en el que nos podemos encontrar con más de 200 músicos tocando al mismo tiempo… piense en semejante complejidad. 

Escuche esto y no se le ocurra contar cuantos músicos hay, seguro que perderá la cuenta.


Como digo, las problemáticas en la dirección orquestal son las mismas, pero la resolución o la gestión han sido diferentes a lo largo de la historia. Cada tiempo tiene su forma de liderazgo. Si a Toscanini o a Karajan, dentro de su ámbito profesional, les hubiéramos preguntado por el ejercicio de la empatía, el empoderamiento del otr@ en el manejo de su asertividad, en las maneras de resolver y aceptar los conflictos, tal y como lo he descrito anteriormente, muy probablemente no nos hubieran entendido, porque en el contexto y el paradigma de su época no cabían o mejor dicho no se entendían. La resolución de los conflictos nacidos en aquel paradigma en nada se parece a la de nuestra época, por mucho que algunos estén empeñados en pensar que seguimos en el mismo paradigma social, económico y cultural. Es obvio que esto no es así, y si no es así, ¿por qué existen todavía personas en empresas con actitudes, maneras y modos apegados a un paradigma competitivo que ha dejado de existir? Como dijo Roger Van Oech “No es posible resolver los problemas de hoy con las soluciones de ayer”.

Acerquémonos a nuestros días, al director de orquesta Daniel Baremboim, que representa una forma de dirigir la orquesta y de ejercer el liderazgo, que asume el binomio de verbos que nos ayudan a confrontar la realidad de nuestros días, seducir-sugerir.
Ya hemos visto anteriormente las habilidades para accionar la seducción. Veamos que sucede con el otro verbo, sugerir, que según el diccionario de la RAE tiene dos acepciones, una, proponer o dar una idea a una persona para que la tenga en consideración a la hora de hacer algo y otra, evocar o inspirar una idea, un recuerdo o una sensación. Si nos fijamos en la primera acepción, para proponer algo a alguien, lo primero que tenemos que entender es que debemos conocer quién es el otr@. Sin ese detalle, no seríamos capaces de proponer, o aconsejar algo con cierto éxito.   Si nos fijamos en las redes sociales digitales, la sugerencia es el motor de su propuesta de valor. Sugerencia en la publicidad, en los contenidos, en los “amigo@s”, en todo. El verdadero problema de la sugerencia es la falta de conocimiento de la persona a la que se la hace dicha sugerencia. Se comprende el apoyo tecnológico a la analítica de datos, el nacimiento del big data, small data, del desarrollo del bussines inteligence, data mining, learning machine…. Y un sinfín de disciplinas nacidas para dar solución al principal problema del sugerir; el conocimiento del otr@. Y lo mismo en metodologías de trabajo, donde las personas se empoderan, cobra sentido el conocimiento del otro y de uno mismo. Y donde la gestión pasa a ser como aquel dicho del principio de este capítulo, “El arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta.” Casi como símbolo de la mayor efectividad de todas.

Daniel Baremboim, no sólo hace uso de todo lo que hemos dicho hasta aquí de ese binomio verbal. Si no que además, su honestidad para con la parte más genuina de todas en la dirección orquestal, como es el gesto expresivo musical, nace de la mayor efectividad y de la mayor humanidad posible. La cocreación, la escucha activa, el empoderamiento de cada profesor… una mirada y existe una comprensión inmediata por parte de los demás, un gesto y la maquinaria funciona. Para llegar a eso, la escucha activa por parte de tod@s los que conforman una orquesta y el director han tenido que ejercerla de manera asidua, natural y constante.

Le dejo con este video, Daniel Baremboim en una masterclass a grandes  pianistas jóvenes. Noten la seriedad del maestro, su sabiduría y la forma de escucha y exposición respetuosa hacia los mismos. Es la práctica del verbo sugerir en el mayor estadio de plenitud posible.