Diego Rodríguez de Silva y
Velázquez (Sevilla, bautizado el 6 de junio de 1591-Madrid, 6 de agosto de
1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco español considerado
uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura
universal. Esto que he escrito lo sabe cualquiera, pero hay algo que se
desconoce, o que muy pocos conocen y que merece ser no sólo conocido, merece
ser repensado y aflorado.
¿Cómo se pintaba en el siglo XV!I?
en realidad hasta la llegada de los impresionistas la técnica pictórica fue más
menos consistente a lo largo de los siglos. Las maneras (resumidas) de cómo se
llegaba a la finalización de una obra pictórica tienen que ver más con una
eficiente gestión empresarial con metodología y procedimientos de innovación
continua, que con una idea tan inexpresiva e inconsistente como la inspiración.
Y me explico, el detalle de una expresión de un rostro, de una mirada, del
brillo de la luz en el ropaje, o el color de la tez de los personajes que
VELAZQUEZ representaba en sus obras, nacen de grandes manchas de “color”, de la
acumulación de capas, más o menos traslúcidas que van poquito a poco aflorando
cada detalle. De lo más grande, de manchas superpuestas hasta el pequeño
detalle existe un viaje que representa una lección que toda empresa del siglo
XXI debería de tener en consideración.
Habrá pensado que son manchas de
color, si claro, pero no del color “colorido”. Me explico, el pigmento del
color, como tal, el amarillo cadmio, el azul cobalto, el Carmín de Alizarina…
son pigmentos que todos podemos ver o entender como color de verdad, frente a
otros menos “coloridos” como son los pigmentos tierra, de color ocre, gris,
marrón… ¿la diferencia? los primeros caros, los segundos, baratos. ¿Cómo se
empieza a pintar? con manchas de pigmento tierra, los baratos, y poco a poco,
se va revistiendo la obra con pigmento “colorido”, los caros, las últimas capas son de pigmento “color” en
un 100%.
Y eso obedece, no solamente a que
la utilización de pigmento “color” desde el inicio de cualquier obra podría
suponer si no la ruina, un margen escaso
de ganancia para el artista y su taller. SI no la constatación que el brillo
máximo de color se da desde la escasez
en su utilización y no por la saturación máxima del mismo.
Es decir, manejo de la eficiencia y de la eficacia máxima en una secuencia de
cambio constante introduciendo novedades con el fin de llegar a la excelencia
en el producto final. Esto es, utilización de materiales en proporción y en
consonancia con el gasto, el esfuerzo y la ganancia y procedimientos aplicados
en cada secuencia de producción para llegar a la máxima excelencia.
Sigo diciendo lo mismo, la
empresa de hoy necesita, filósofos y pensadores capaces de dar otro tipo de
miradas más cercanas a lo que este siglo significa. Disrupción y cambio
constante. Porque el siglo nos habla y hay que saber escuchar lo que nos
susurra.
Las miradas hacia otros lugares
hasta ahora menos “afines” con el mundo de la empresa es obligado. Estudien a Velázquez y aprenderán una
inmejorable lección de gestión e innovación empresarial.